El sexo de los curas

El pasado lunes 26 de mayo, durante el vuelo de regreso de Tierra Santa, el Papa Francisco tuvo el acostumbrado encuentro con periodistas, donde respondió a todo tipo de preguntas: el significado de sus gestos, los abusos sexuales por parte de algunos sacerdotes, la pobreza de la Iglesia, las elecciones europeas, la paz en Tierra Santa, la unidad de los cristianos, su próximo viaje a Corea, una hipotética renuncia, el proceso de canonización de Pío XII, el encuentro con los líderes de Israel y Palestina, la situación de los divorciados vueltos a casar, y sobre la reforma de la Curia romana.

Pero todo eso da igual. Lo que nos interesa es el sexo de los curas, así que silenciamos la entrevista y todo lo que ha dicho y hecho el Papa en Tierra Santa, y vamos a lo importante, claro. En fin. En los medios sólo se ha hablado con insistencia de la famosa cuestión sobre los «curas casados», que se incluyó en la pregunta sobre la unidad de los cristianos:

Periodista: Quiero saber si se ha hablado de casos concretos de acercamiento con otras Iglesias. Por ejemplo, si cree que la Iglesia Católica puede aprender algo de la Iglesia ortodoxa como por ejemplo en el caso de los curas casados, un asunto que se ha puesto de actualidad tras la carta que usted ha recibido de 26 mujeres enamoradas de sacerdotes.

Papa: La Iglesia Católica tiene curas casados. Católicos griegos, católicos coptos, hay en el rito oriental. Porque no se debate sobre un dogma, sino sobre una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia. Al no ser un dogma de fe, siempre está la puerta abierta. Pero en este momento no hemos hablado de esto con el patriarca Bartolomé porque es secundario, de verdad. Hemos hablado de que la unidad se hace en la calle, haciendo camino. Nosotros jamás podremos llegar a la unidad en un congreso de teología. Hay que caminar juntos, rezar juntos, trabajar juntos.

Y digo «famosa cuestión» porque, de repente, muchos diarios y telediarios se han fijado en esta pregunta y han llegado a afirmar que el Papa, por fin, está dispuesto a abolir el celibato. Ha habido medios que, publicando la entrevista completa, han decidido mutilar esta respuesta del Papa (vea elmundo.es), otros que han decidido parafrasear al Papa y no publicar la entrevista para orientarlo como les convenía, rellenando la noticia con sus opiniones (véase elpais.com abc.es), otros que, directamente, ponen como titular algo que no dijo el Papa y luego tampoco ponen sus palabras (vea publico.es), y otros que se limitan a informar de la noticia (ver larazon.es). De todo hay en los medios, faltaría más. Esto es la libertad.

Aunque hay veces que esto de la libertad de expresión pasa cierta frontera y pasa a convertirse en mentira. Pero, bueno, creo que estamos acostumbrados. Lo raro sería que en ciertos medios se dijera algo positivo de la Iglesia o de los curas. En fin. Curioso. ¡Cuántas páginas y minutos dedicadas al tema! ¡Cuánto les preocupamos los curas! Nos quieren tanto que nos dicen lo que tenemos que hacer con nuestra sexualidad. Ahora resulta que nos quieren tanto que están preocupados porque haya pocos curas y plantean que casarnos haría que hubiera muchos más. En fin. Luego dirán que es la Iglesia la que está obsesionada con el sexo.

Y, de nuevo, el sacerdote de cabecera de El Mundo ha escrito ampliamente sobre el tema (en un artículo que, por cierto, publica ampliado en su famosa web), diciendo que el celibato es algo impuesto por la Iglesia para esclavizar a los sacerdotes y obtener, además, ventajas económicas. Afortunadamente también publican un artículo de opinión en sentido contrario (aunque mucho más breve) de la mano de otro sacerdote y periodista, que nos brinda la ocasión de conocer cómo vive felizmente el celibato. Comienza diciendo: «Ni  imposición inhumana, ni modo de ejercer un control sobre los sacerdotes y las finanzas de la Iglesia, ni aberración teológica, ni abuso de autoridad, ni castración de los sentimientos.«

El Papa, en su improvisada respuesta, nos recuerda a todos que «en la Iglesia Católica ya hay sacerdotes casados«. La Iglesia cuenta con cierta diversidad de ritos (oriental, copto, etc.) y, en algunos, a los sacerdotes no se les pide ser célibes, aunque sí se le pide a los obispos. Y en otros sí se pide a los obispos y sacerdotes, pero no a los diáconos. Eso sí, en todos, en consonancia con la Sagrada Escritura y el Magisterio, y el modo de vida del mismo Jesucristo, el celibato es tenido en muy alta estima para ejercer cualquiera de los «tres ordenes sacerdotales» (diaconado, presbiterado y episcopado).

Intentaré explicarlo sencillamente. El Verdadero y Único Sacerdote es Jesucristo (célibe), y son los obispos (sucesores de los Apóstoles) quienes ejercen el ministerio sacerdotal con toda propiedad, y son célibes en todos los ritos de la Iglesia Católica. Lo que comúnmente llamamos «sacerdotes» o «curas», como yo, esos que estamos en las parroquias, no somos más que «ayudantes» del obispo y, en su nombre y con su permiso, ejercemos el sacerdocio. Y aún hay un grado más en este orden, el del diaconado, que, podríamos decir, siguiendo con este lenguaje un poco simplista, son los que ayudan a los curas y al obispo. Cada uno de estos tres tiene sus peculiaridades y tareas propias, no se trata de servidumbres. Sólo se sirve al Señor y en su Iglesia.

Ahora bien, el modo de vivir el ser obispo, sacerdote o diácono, varía un poco según el rito católico en el que se viva (aquí una lista de ritos de la Iglesia Católica). Pero lo hace sólo en ciertas cosas prácticas, no en su esencia e identidad, que en eso siempre hay unidad. El rito más conocido por nosotros en la Iglesia es el «rito latino» o «romano», que es el que utilizamos en España (aunque tenemos también otros, como el mozárabe), y en él no se pide ser célibe para ser diácono, y sí se pide para ser presbítero, y también para ser obispo. En otros ritos, tal y como recordaba el Papa, no se pide ser célibe ni en el diaconado ni en el presbiterado, pero sí se pide al obispo.

Pero bueno, sea como sea, el celibato nunca en la historia ha sido un «dogma de fe». Es una «práctica eclesial» y, como tal, estrictamente hablando, igual que empezó un día, otro día podría terminar. Esto a los periodistas les ha sonado radicalmente novedoso  y creen que se le ha ocurrido ahora al Papa y que, un día de estos, el menos pensado, abogará por el celibato opcional. En fin. Cuánta ignorancia. Eso sí. El hecho de que pudiera cambiar no quiere decir que vaya a hacerse, pues, como él mismo dice en la breve respuesta de antes: «[el celibato es] una regla de vida que yo aprecio mucho y que es un don para la Iglesia». Y con esto el Papa no ha dicho nada nuevo, ha repetido lo mismo que se viene diciendo desde «casi siempre» en la Iglesia (leer Mt19, 12; Lc14, 26; 1Cor7, 32-40, o ver, por ejemplo, el Catecismo de la Iglesia Católica, números 1579, 1580, 1618; o la Encíclica «Coelibatus Sacerdotalis» de Pablo VI; o el número 16 del decreto «Presbyterorum Ordinis«)

celibatoEl celibato no es nuevo, ni siquiera es un invento cristiano. Y la disciplina eclesial del «celibato sacerdotal» como la conocemos hoy día, tampoco es nueva, aunque tampoco está desde el principio. En el Nuevo Testamento el celibato se «aconseja», pero no se «pide». Algunos de los apóstoles, de hecho, estaban casados. Es en la vida de la primera Iglesia, inspirada por el Espíritu Santo, y al calor de los llamados Padres de la Iglesia, que el don y carisma del «celibato sacerdotal»  empieza a pedirse, como desarrollo (lógico) de las enseñanzas de Jesucristo. 

En el siglo I y II podemos leer cómo Clemente Romano, San Ignacio de Antioquía o San Justino, alaban este don del celibato. En el siglo II aparecieron el llamado «orden de las vírgenes» (algo parecido a lo que hoy llamamos consagradas e incluso cierto tipo de monjas), y en el siglo III los eremitas y las primeras comunidades religiosas. En el siglo IV, en el Concilio de Elvira (España, año 300/303) se habla por primera vez de la necesidad del «celibato sacerdotal», y poco después el Papa Siricio (año 385) escribió: «El Señor Jesús […] quiso que la forma de la castidad de su Iglesia, de la que él es esposo, irradiara con esplendor […]. Todos los sacerdotes estamos obligados por la indisoluble ley de estas sanciones, es decir, que desde el día de nuestra ordenación consagramos nuestros corazones y cuerpos a la sobriedad y castidad, para agradar en todo a nuestro Dios en los sacrificios que diariamente le ofrecemos» . Pero la cosa queda oficializa y fijada hasta el siglo XII, en el primer Concilio de Letrán.

Y aún hay gente, como el sacerdote de cabecera de El Mundo, que se empeña en decir que el «celibato sacerdotal» se impuso en el siglo XVI por razones económicas: para la Iglesia es más barato mantener un cura que una familia y, además, a su muerte, la Iglesia se quedaría con sus posesiones y no su familia.

Y hay más gente aún que se empeña en decir que el celibato fuente de infelicidad y de aberraciones como la pederastia. Tirando del hilo, con esto se puede llegar a decir que Jesús o san Pablo eran infelices y pederastas. (puf, qué horror escribir esto). El celibato no es una represión insana, es una opción libre.

Y también hay gente que dice que un célibe no puede entender el matrimonio, ni hablar de él, ni enseñarnos nada sobre él. Menudo disparate. Pues entonces un casado no puede ni hablar tampoco del celibato, ni un laico de los curas.

Yo soy célibe, «célibe por el reino de los cielos», para mejor transparentar a Cristo, para mejor servirle en su Iglesia. Y soy feliz. Nadie me ha obligado a ser célibe. Lo he elegido libremente, he respondido libremente a la llamada del Señor, y libremente me he consagrado totalmente a Él. E intento ser fiel. Soy hombre. Soy pecador. Y no soy un bicho raro, me siguen gustando las mujeres, y de alguna me he enamorado, pero, igual que el casado renuncia a otras mujeres para entregarse total y exclusivamente a una, yo, célibe, renuncio también, pero para entregarme total y exclusivamente a Cristo, a la Iglesia, y a la misión encomendada de orar, instruir y cuidar a los creyentes. 

Hoy por hoy, no paro, todo el día trabajando y entregado al Señor. Si tuviera esposa e hijos (cosa maravillosa), no sería capaz de ser sacerdote (o, al menos, como lo soy ahora), y aquellos a quienes hoy sirvo y cuido, tendrían que conformarse con sólo un poco de mí. Ya no me estaría dando por completo, como se dio Cristo. Y yo quiero darlo todo. Mi vida estaría dividida -como dijo san Pablo- y me convertiría en un «cura funcionario» que trabaja de 9 a 17h. deseando llegar a casa para estar con su esposa e hijos. Si alguno quiere consagrarse al Señor y servir a la Iglesia estando casado, puede recibir el primer grado del orden sacerdotal, y hacerse «diácono para ejercer el ministerio de la predicación y ayudar a los sacerdotes en la celebración de los sacramentos, e incluso presidiendo algunos. Pero que no se haga sacerdote, porque andaría dividido. Podría ser muy buen cura en lo que hiciera, pero haría menos y lo haría dividido. Seguro. Nadie puede servir a dos «señoras», a su esposa y a la Iglesia, porque se dedicaría a la primera y no haría caso de la segunda; o al revés. 

17 Comentarios Agrega el tuyo

  1. Germán dice:

    Las barbaridades de Religión Digital se cuentan por decenas.

  2. Ramón Ángel dice:

    El celibato es parte de un mundo irreal, machista y lleno de contradicciones. Que divide a Dios mismo, por ejemplo en el A.T. el sacerdote judío podía casarse y tener familia y no tenía problema servir en el templo ni para Dios. . En la iglesia, hay unos 150 mil sacerdotes en el mundo que tuvieron que irse por casarse pero quieren seguir sirviendo a la Iglesia y no lo dejan, si estas personas quieren seguir sirviendo ¿puede Dios negarlo si son libres? ¿Donde dice explícitamente en los evangelios que Jesús era célibe? ¿por qué el sacerdocio del rito oriental no comparte? No se justifica que un sacerdote casado dedique menos tiempo a la Iglesia, con todo el adelanto que tenemos ya no es un problema, por ejemplo, ahora para saber de la familia puede llamarla por teléfono y seguir en su puesto, no como antes que debia viajar días y hasta semanas para llegar a casa. El tiempo ha cambiado , el sacerdote u obispo como pastor solo se ve en la misa cada vez menos 2 o 3 veces a la semana y el resto del tiempo en su oficina como un funcionario más ¿es eso servir todo el tiempo a la Iglesia que se supone salir a la periferia como dice el Papa. El sacerdote es un ser humano que no es diferente del resto. Vivimos en un mundo moderno y la gente va cada día menos a la Iglesia y menos sacerdotes. Si el tiempo ha cambiado, la Iglesia también.

    1. Abraham+ dice:

      Estimado Ramón Ángel.
      – Más que ser irreal, machista y lleno de contradicciones, el «celibato sacerdotal» es un escándalo para el mundo. Escandaliza, porque no se entiende. Pues ¿en qué cabeza cabe que alguien se consagre totalmente y para siempre a algo? El sacerdote (y los religiosos/monjes/monjas) está llamado a eso, a darse y desgastarse por Cristo y para Cristo. Para siempre. Es como en el matrimonio: uno está llamado a darse y desgastarse por y para su esposo o esposa.
      – El sacerdocio en el pueblo de Israel poco tiene que ver con el sacerdocio cristiano.
      – Lo de los 150.000 sacerdotes casados no sé de dónde lo sacas…
      – El sacerdote no tiene prohibido casarse, puede hacerlo perfectamente y, además, «por la Iglesia» (pidiendo el preceptivo permiso, claro). Y luego el sacerdote casado puede seguir sirviendo a la Iglesia perfectamente, pero desde su matrimonio cristiano, no desde el ministerio sacerdotal.
      – Y sí. Un sacerdote casado o dedica menos tiempo a la Iglesia o dedica menos tiempo a su familia. Es de perogrullo. El sacerdote no está solo para celebrar misa y estar un rato en un despacho. Hay quien dice aún que «los curas trabajan solo media hora y con vino». Ser sacerdote no es un empleo con horarios, y su «jornada laboral» es de 24h.
      – Además, aquellos que quieran ejercer un «ministerio sacerdotal» y estar casados, pueden hacerlo en el «ministerio del diaconado» (primer grado del sacerdocio). El diácono puede estar casado y celebrar bautizos, presidir el matrimonio, leer y predicar el Evangelio en la Eucaristía, o presidir la Celebración de la Palabra y administrar la Comunión, exponer el Santísimo y bendecir con él, llevar la comunión a los enfermos, presidir las celebraciones de exequias, y colaborar en cualquier cosa que pueda y se necesite en la pastoral parroquial.
      – Efectivamente, el sacerdote es un ser humano normal. Faltaría más. Y es un hombre, es sexuado. No renuncia a ser hombre. Renuncia al matrimonio y lo hace por amor, para darse por completo a Jesucristo, no a jornada partida. Pero, claro, el concepto de consagración no es «moderno». El sacerdote preside las celebraciones representando de algún modo al mismo Jesucristo (sí, fue célibe), así que también por eso tiene su lógica que el sacerdote se sea célibe.
      – La modernidad no tiene nada que ver con dejar de ir a misa. Yo soy moderno y voy a misa. Se deja de ir a misa por falta de fe o de formación en la fe. La causa de que haya menos sacerdotes (al menos en el mundo occidental, porque en el resto aumentan un 4% cada año) no es porque no se puedan casar (en otras iglesias cristianas se casan sus ministros y son muchísimos menos y disminuyendo). Es por falta de fe.

    2. Ernesto Novelo Manrique dice:

      De verdad con todo respeto a tu opinión, tu comentario hace parecer que no leíste nada del artículo.

  3. Ramón Ángel dice:

    Abraham, de los los más de 150 mil sacerdotes casados son quienes piden el celibato opcional, no obligatorio, están en los miles de enlaces en los buscadores que puedes encontrar como este http://www.moceop.net/spip.php?article927.
    Vale la pena leerlo lo que piensa este importante movimiento de sacerdotes expulsados. No se puede negar que es una realidad que hayan sacerdotes que desean un celibato opcional. No se puede negar que en la historia de la Iglesia en los primeros siglos hubo también obispos y papas casados aún en la Edad Media cuando la Iglesia se institucionalizó.
    Y esto se explica lo que dice Pablo que «el obispo debe ser marido de una sola mujer», y fue tan claro lo que dijo que le da la razón a los protestantes, aún así la iglesia pretende desvirtuar su palabra con otro significado más teológico.
    Son sacerdotes casados, no diáconos, que quieren servir a la Iglesia como tales, pero esta cierra sus puertas por unas normas que se impuso por razones ajenas como lo demuestra la historia de la Iglesia, aunque se diga lo contrario.

    1. Abraham+ dice:

      Los supuestos 150mil sacerdotes estimados se ordenaron como sacerdotes célibes, y prometieron serlo y obedecer a su obispo. Las razones para renunciar a este estado de vida habrán sido de peso, yo no las juzgo y su lucha interna habrán sufrido. Pero la Iglesia les pide que, si se casan, dediquen todo su amor y su corazón a su esposa e hijos (si los tuvieren) y, por eso, y otras razones ya explicadas, que no ejerzan el ministerio sacerdotal (aunque siguen siendo sacerdotes). Lo mejor es un sacerdote con dedicación plena a su ministerio.
      El proceso por el cual se empieza a pedir el celibato sacerdotal, ya explicado también, es temprano, no de la Edad Media. Jesucristo, y luego San Pablo, alaban y aconsejan el celibato, pero no lo llegan a ponerlo como necesario. Esto llegará poco después, ante la inspiración y deseo de que los sacerdotes imiten a Cristo en esto, para mejor reflejarlo en su ministerio. No es una norma ajena al Evangelio.

  4. ricardosada dice:

    El celibato sacerdotal en mi opinión no tiene nigún propósito claro. Tiene el mismo mérito, si es que lo hay, que decidir ser abstemio, o no ver el futbol. Aparte, jactarse de ser célibe como si esto diera una superioridad moral es detestable. No hay virtud en el celibato, solo hay privación de un placer y de formar una familia. Podemos interpretar la Biblia de mil maneras, usar lenguaje poético («darse a cristo»), refranes como «nadie puede servir a dos amos» o decir que «es sentido figurado» como típicamente se hace en todas las denominaciones del Cristianismo cuando conviene y cuando no. El sonsonete ese de «nadie puede servir a dos señoras» está trilladísimo. En todas las religiones del munto hay sacerdotes, pastores, maestros, rabinos, etc. que prueban lo contrario.

    En lo que estoy de acuerdo es en que las declaraciones de Fco. se tergiversaron pero claro, eso es de esperarse de la prensa. Dudo que el celibato sea revisado en el futuro cercano.

    Salu2

    1. Abraham+ dice:

      – Espero no haber dado a entender que soy superior por ser célibe. Si es así, lo siento. Cumplir con el celibato no es ser mejor que los demás, es ser fiel a lo que he sido llamado y a lo que he prometido. La virtud está ahí, en la renuncia y la fidelidad.
      – La Biblia sólo puede interpretarse de una manera, pero hay que llegar a ella dejándose guiar por el Espíritu y ayudar por la Iglesia, que es la que tiene autoridad para explicar la Biblia.
      – El sacerdote católico poco o nada tiene que ver con otros, o con maestros, pastores, rabinos, etc. Pues sólo el sacerdote católico es llamado para «representar» al único, sumo y verdadero sacerdote que es Cristo.
      – Y, efectivamente, nadie puede servir a dos «señoras».

      1. Abraham+ dice:

        Aquí tenéis otro artículo sobre el tema, mucho más claro y pensado: http://julianlozanolopez.blogspot.com.es/2013_09_01_archive.html

  5. María dice:

    Muchas felicidades padre *Abraham por llevar una de sacerdote como ha prometido. Se les admira mucho dejar todos los placeres en el mundo, por servir al prójimo; porque a final de cuentas eso es lo importante dejar todo por amor como lo hizo Jesús.
    Saludos!

  6. Ricardo Granada dice:

    Gracias P. Abraham+ por su entrega y fidelidad. Lo que pasa es que quien no entiende (o no quiere entender) la doctrina Católica, busca un punto donde tirar la piedra. Si no fuera el celibato sacerdotal fuera otro. Oremos y acompañemos con caridad a nuestros sacerdotes y religiosos(as) que han recibido el don y la responsabilidad del celibato por el Reino.

  7. No pertenezco a la Iglesia Católica ni a ninguno de sus ritos, y estoy seguro que nunca lo haré. Sin embargo, permítame felicitarle por el candor y honestidad con los cuáles expone este tema tan controversial. Particularmente me llamaron la atención sus últimas palabras en donde expresa con convicción propia el por qué es mejor estar célibe al servir en el sacerdocio, utilizando hábilmente algunos pasajes bíblicos.
    Muy buen artículo. Saludos.

  8. Saludos, he leído el artículo y pese a no ser creyente, tengo dos dudas. Si algún día el Papa decidiera abolir el celibato, ¿habría un cisma dentro de la Iglesia Católica? Ok, podemos decir que eso no va a pasar y lo que gusten, pero estamos en el mundo de los supuestos y sería interesante saber cómo lo afrontarían.
    Y la última pregunta, en la Iglesia Ortodoxa se permite que los sacerdotes se casen antes de ser ordenados (aunque ya no podrán ser obispos), aunque no después, y estos también se consideran “llamados para “representar” al único, sumo y verdadero sacerdote que es Cristo”, ¿por qué ellos lo ven de otra manera tomando en cuenta que tienen el mismo origen?

    1. Abraham+ dice:

      No habría ningún cisma; la Iglesia es conducida por el Espíritu Santo y no se va a ir contra él. Si llegara el caso -que no llegará- seguramente el celibato sería como en la Iglesia Católica oriental: opcional hasta antes de la ordenación sacerdotal.

      1. Gracias por su respuesta, padre. Aunque no soy creyente, respeto la fe de los demás. ¿Sabe? Estuve pensando en algo. ¿Le podría tratar un tema en privado vía Facebook? Quiero decir, si gusta lo podemos hablar públicamente, pero no quiero mezclar temas o provocar que más gente intervenga. Es sobre una crisis de Fe.
        Sí no es de su interés, le doy las gracias nuevamente. Que esté bien.

      2. Abraham+ dice:

        Por supuesto, estoy a tu servicio!

  9. Raúl dice:

    Padre Abraham, saludos cordiales:

    Comprendo muy bien las razones que usted aporta, es decir, sus argumentos. Todo lo que usted dice está bien ponderado. Sin embargo, la realidad es cruda: ningún candidato al sacerdocio en el catolicismo romano tiene la capacidad de elegir entre dos opciones. O acepta, o acepta. ¿Qué implica la libertad humana? Para mí, elegir entre varias opciones. Y seguir adelante con todas las consecuencias. A mí, al igual que a toda una pléyade de candidatos al ministerio ordenado, no se nos brindó la posibilidad de elegir. Se nos obligó, en una especie de «o lo tomas, o lo dejas».

    He ahí el drama humano: «O te haces sacerdote, o te casas». ¿Cabe entonces pensar que Dios se ha vuelto loco? Porque así es como me miraban en los pasillos de la Facultad de Teología: «¿Cómo es posible que te sientas llamado a dos vocaciones: la del sacerdocio y la del matrimonio?». Si partimos del hecho de que soy creación de Dios y que ha sido el propio Dios quien ha puesto en mi corazón dos vocaciones, ¿he de deducir que Dios me está tomando el pelo o he de pensar más bien que Dios se ha vuelto loco? La respuesta es un tajante NO. Dios no juega a los dados ni da puntadas sin hilo. Y lo último que haría en mi vida es enfrentarme a Dios; sentir vergüenza ajena de él; pensar que se ha vuelto majara…

    Hoy día, con 43 años a mis espaldas, nada ha cambiado. Sigo sintiendo los mismo que a los 20: que Dios me llama a ambas vocaciones. Otro cura más que se ha perdido, y creo que ya son unos cuantos…

    ¿Diaconado? Claro. Según recuerdo – y me disculpa por no tener los conocimientos teológicos (bíblicos) tan frescos como en su caso – fueron aquellos miembros de la comunidades encargados de servir en las mesas para, así, descargar de trabajo a los apóstoles de Jesús. Nadie está en contra del diaconado, que es un bien en sí para la Iglesia.

    ¿Feliz renuncia? Creo recordar que el propio San Pablo, en una de sus brillantes cartas, viene a aconsejar el celibato. Y fíjese que digo «aconsejar», nunca «obligar». Y, añade, bien lúcido el tipo, «es mejor casarse que quemarse». Así habría terminado yo, a buen seguro, si me hubiera ordenado a finales del pasado siglo: quemado, más quemado que la moto de un «hippy».

    El celibato, a mi juicio, es mucho más que un precepto temporal (que, como bien dice, puede ser abolido en cualquier momento). Es un don que viene de lo alto. Y Dios – que es, afortunamente, soberano, omnipotente, omnisciente… y ¡LIBRE! – administra sus dones como le viene en gana. Lo leemos en otra carta paulina: uno tiene don de profecía, el otro ora en lenguas, el otro …. bla, bla, bla… ¿Por qué Dios habría de dar el don del celibato a todos sus ministros? ¿Vamos ahora a jugar con algo tan sagrado? Dejemos a Dios que se ocupe de lo suyo y ocupémonos nosotros de lo nuestro.

Deja un comentario